Perdidas las dos finales de la manera más cruel imaginable, la posible despedida del entrenador argentino atormenta a buena parte de la afición.
Hay dos tipos que volaron desde Argentina a Europa hace tres semanas y se han pasado ese tiempo de final en final, de Bucarest a Madrid, sin ser de ninguno de los tres equipos que las han jugado, ni del Athletic ni del Barça ni del Atlético, sino de un entrenador. El hecho, insólito, solo puede remitir a Bielsa.
Los dos argentinos son como los famosos chilenos viudos de Bielsa que aún lloran la marcha del técnico de Rosario de su selección y sienten un desamparo que trasciende lo futbolístico, un fenómeno social irrepetible que en tan solo una temporada se ha expandido de la misma manera extraordinaria por el tejido humano del Athletic, que ha encontrado una unanimidad importante en torno a un entrenador extraña en los últimos tiempos en Bilbao. En lo deportivo, el juego alegre del equipo y la revalorización de varios jugadores que se han convertido en piezas fundamentales han sido elogiados hasta por muchos de los detractores del técnico argentino; en lo emotivo, Bielsa ha despertado en varios corazones adormecidos el orgullo de ser del Athletic, una pasión potenciada por el fantástico viaje europeo hasta la final de Bucarest y el duelo final de Copa ante el Barcelona.
Perdidas las dos finales de la manera más cruel imaginable, con apenas unos minutos de disfrute antes de saberse derrotada, la afición rojiblanca afronta ahora una tercera final de pronóstico inimaginable por el calculado hermetismo que han impuesto sus actores: estos días decide Bielsa si continúa una temporada más al frente del Athletic.
Los dos argentinos analizan la trayectoria de Bielsa, sus acciones pasadas, su manera de afrontar e interpretar la vida y concluyen que si hubiese ganado alguna de las dos finales su marcha sería inevitable, pero que tratándose de un hombre seducido por los retos -solo de esa manera explican que eligiera entrenar al Athletic antes que al Inter de Milán-, las dos derrotas dolorosas tienen algo de ancla que puede amarrarle a Bilbao. De todas maneras, el futuro del técnico se discute públicamente entre especulaciones, nada palmario, que es precisamente lo que tiene atormentada a gran parte de la afición rojiblanca.
El viernes de madrugada, tras la derrota ante el Barcelona, la grada rogó a Bielsa con notable unanimidad que no se fuera. "Bielsa quédate", tronó el Calderón. El argentino, de pie sobre el terreno de juego con las manos entrelazadas en la espalda, no se inmutó. Solitario, echó la mirada al césped y amagó con un par de pasos reflexivos. Pocos saben lo que piensa.
Los aficionados más acérrimos de Bielsa, los seducidos en lo racional y en lo sentimental, hablan en las breves tertulias tristes de las estaciones de servicio que salpican la autovía de Madrid a Bilbao de algo semejante a un cataclismo. Recuerdan a los viudos que ha dejado el técnico argentino por el mundo y se ven a sí mismos de esa manera, enlutados en cuerpo y alma. "Si se fuese ahora, dejaría miles de huérfanos en Bilbao", pronostican. Y abundan: "Sería el tercer varapalo consecutivo y el más gordo y doloroso de los tres".
"Podríamos decir que, más o menos, un porcentaje apabullante de la afición, el 80% o así, está con Bielsa", analiza, por su parte, Ricardo, que asegura formar en el ejército favorable al técnico y su continuidad, aunque es capaz de distanciarse sentimentalmente del asunto. "El tema -su renovación- pinta mal. Conociéndole un poco de lo que hemos leído, sabemos que le van los cambios y los nuevos retos. No es de esos que se apalancan en un banquillo. Podemos intuir que si no se marcha este año, lo hará el siguiente, pese a que se le ve encantado con estar aquí. Así que lo que tenemos que hacer es apreciar todo lo bueno que nos pueda dar o que, en el caso de que se marche, nos ha dado".
Las dos derrotas dolorosas en las dos finales que ha disputado han hecho también resurgir a los detractores inevitablemente mudos por la marcha triunfal del equipo hasta el sprint final de la temporada. Ellos claman por un cambio. Y otros, más templados en la área de servicio de Burgos, ni lo piden ni lo temen. "Ojalá que renueve, pero no sería un varapalo. Él es importante en el equipo y ha sido uno de los responsables de que hayamos llegado a las dos finales. También, seguramente, de que las hayamos perdido. Pero su marcha no sería una catástrofe", sostienen. "Más importante que retener a Bielsa, por ejemplo, es que Urrutia consiga que se queden los jugadores clave. Ellos son irremplazables, mientras que hay otros entrenadores que también podrían sacarle jugo a esta plantilla", zanjan los que no temen ser, como los chilenos y los argentinos, viudos de Bielsa.
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