sábado, 12 de mayo de 2012

ORAIN ETA BETI, AUPA ATHLETIC!!

Aún persiste la decepción. Nunca un análisis en caliente se aproxima a la realidad de las cosas y la primera digestión de la derrota en Bucarest nos partió a todos el estómago. Pronto supimos que no era la noche del Athletic y que el sueño iba a terminar con un mal despertar. Esto es deporte, el partido podía acabar con ese desenlace. Pero no esperábamos que este equipo que nos ha devuelto la ilusión tras un año épico emergiera como un espectro de sí mismo regalándonos su peor versión en el momento más inoportuno. Este cuento se acabó.


Transcurridas más de 48 horas del mazazo debemos hacer un balance menos pasional y más racional. El sopapo sigue escociendo pero ha remitido el intenso dolor. El rojo y el blanco que tiñó el miércoles de negro las ilusiones de la afición deja hoy valoraciones algo más grises. El éxito es deformante. El fracaso sin embargo, formativo, según Bielsa "nos vuelve coherentes".


Hay que empezar a buscar consuelo para unas estrellas que se quedaron sin el cielo que se habían ganado después de una excelente competición. No es fácil ser grande en la derrota y el jueves la parroquia rojiblanca dio una nueva lección. Primero con las lágrimas que secaron con la tela de las banderas exhibidas con orgullo en el National Arena; después, ofreciendo abrigo a un equipo inconsolable que también se había creído capaz de reinar en Europa. Posiblemente el llanto de los 'leones' vino motivado por no haber podido responder a las enormes expectativas creadas en un entorno que les había puesto un nivel de exigencia altísimo. La famosa montaña rusa que cuanto más arriba sube más rápido te lleva al suelo.



Gora Athletic!!
 Levantemos la mirada con orgullo. No hay estómago rojiblanco que se pueda permitir seguir regurgitando mas hiel. Deberíamos pasar página a la final con la sensación de haber marcado un hito, puede que sea el consuelo del perdedor, pero es injusto olvidar tan rápido todo lo que hemos disfrutado con este equipo. Se pasó el subidón, pero nadie debe bajar la guardia ante lo que aún está por venir.


Evidentemente no es lo mismo ganar un título europeo que una Copa. El indigesto trago de Rumanía no puede empañar el buen hacer rojiblanco en un curso en el que se han superado las expectativas más optimistas. Aún queda una oportunidad para redondear la temporada. Llevamos 28 años aguardando a la gabarra, podemos esperar 13 días más para sacarla. Las lágrimas el 25 de mayo serán de alegría.


Tenemos que dar gracias a este equipo por hacer soñar a todo un pueblo. Julen Guerrero en su perfil de Facebook decía que el club ya ha ganado porque "es todo un honor hacer creer a las nuevas generaciones que se puede competir con los grandes con nuestra filosofía". No es el momento por tanto de lamentarse, sino de "agradecer al equipo por hacernos soñar a todos los que amamos el Athletic" concluye el portugalujo.


Indudablemente la fiesta del jueves en Bilbao ha marcado un antes y un después. Se ha sembrado la semilla que perpetúa el relevo generacional en la afición. Ver desfilando en alegre confraternización a miles de familias con un sentimiento común asegura la pervivencia de nuestra filosofía. Hermanados en los éxitos y también en la derrota. Una manera de vivir el fútbol que trasciende lo deportivo.


Como el equipo se ha ganado un segundo match ball para cerrar la temporada con un título recomiendo un ejercicio mentalmente saludable: valorar en su justa medida lo conseguido. No olvidemos un detalle que nos dejó el partido de Bucarest cuando perdíamos 2-0 y faltaban unos pocos minutos para el pitido final aún pensábamos que había posibilidad de remontar. En eso ya hemos mejorado. Levantemos la moral mirando de frente el desafío del 25 de mayo. Estemos en Madrid o en el bar del barrio, tendremos una nueva ocasión de alzar las banderas, esas que antes fueron nuestras y que ahora portan con orgullo nuestros hijos. Nos queda mucho por rugir juntos. La victoria es momentánea; el honor es para siempre. Orain eta beti, Athletic.

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