Falcao, con dos golazos, destroza a un Athletic espeso, con escasas ideas y sin puntería en el remate ante un Atlético bien plantado y que ha jugado con oficio.
Llora Bilbao. Brotan lágrimas en Bizkaia, en Bucarest, en una parte de Argentina, esa que es 'bielsista', en zonas de Inglaterra, que se hicieron de este equipo tras la exhibición de Old Trafford... Muniain, Íñigo Pérez, Toquero, Llorente... Todos eran la cara de la derrota. Lágrimas. Destrozados. Rotos. El Athletic ha caído frente al Atlético en el Estadio Nacional. Adiós al primer título de la campaña. Es normal que la tristeza, la resignación y la rabia se introduzcan de lleno en el corazón de los siempre fieles hinchas. Lógico.
Pero los aficionados rojiblancos deben enterrar esos amargos sentimientos cuanto antes: en el horizonte, en poco más de quince días, aparece una nueva oportunidad para recaudar un título, para arrinconar estas sensaciones en la Copa contra el Barça. Nos queda, por tanto, otro trofeo y se debe pasar página cuanto antes. Ya. Los profesionales vizcaínos, esos hombres que han tumbado al United con dos exhibiciones, al Schalke 04 con una lección de efectividad y al Sporting con casta y coraje, no han podido con el Atlético de Simeone, que ha jugado con oficio, a lo que ha querido, y tiene un matador llamado Radamel Falcao, pichichi de esta Europa League. El fútbol aún debe un título continental a la entidad de Ibaigaine, como ha recordado Koldo Aguirre a lo largo de estos días previos.
Hace 35 años no se logró con él en el banquillo, y ahora, con un hombre como Marcelo Bielsa que ha revolucionado el juego de la escuadra, que le ha ascendido muchos peldaños en el planeta fútbol, se ha quedado a un paso de la gloria. A punto. Rozando la leyenda. Rabia, dolor, también porque los rojiblancos se han quedado muy lejos de sus exhibiciones europeas. El Athletic, al que le ha faltado una pizca de suerte, pero sobre todo efectividad y consistencia defensiva, continuará con su palmarés europeo vacío. Ha perdido una oportunidad inmejorable para estrenarlo. Sin embargo, la tristeza se debe esquivar. Dejar a un lado. Porque tenemos una final muy cerca, el próximo 25 de mayo en el Vicente Calderón (qué casualidad), donde habrá otro desembarco de aficionados, mayor si cabe, que el de Bucarest. Los 'héroes' son los que se levantan y estos jugadores que han permitido disfrutar a la inmensa hinchada vizcaína en una temporada legendaria se alzarán para luchar por el torneo del ko. Lo harán. Seguro.
Y la culpa de todo la tiene Radamel Falcao, un 'killer', un delantero letal que ha aprovechado cada resquicio que le ha dado una endeble defensa vizcaína, con un Amorebieta que ha tenido una noche desquiciante, implicado en las tres dianas contrarias. Mejor desde el primer instante, con una tremenda presión, el Atlético ha mostrado claras sus intenciones y ha pillado al Athletic demasiado nervioso, como si le pesara la responsabilidad de una final a un grupo joven. Su objetivo era ahogar la salida del balón bilbaína y cerrar cualquier resquicio para los que han ejercido de visitantes. A pesar de los gritos de “a por ellos” que atronaban en la parte bilbaína del Estadio Nacional, el colombiano ha golpeado primero. ¡Vaya golazo! Espectacular. Con un recorte precioso, exquisito, y un misil con la zurda directo a la red. Un jarrón de agua fría. Demasiado temprano. Seis minutos, por debajo. Y eso no era lo peor. Las sensaciones que desprendían los hombres de Bielsa no eran las mejores. Ni mucho menos.
Pero pronto despertó la escuadra vizcaína. Es cierto, lejos de su mejor nivel, aunque sin ese miedo, empezó a pisar el área del Atlético. Es más, en un centro se pidió penalti sobre Fernando Llorente -fue claro- por agarrón de Godín. Es la típica jugada que no se pita, pero que impide al delantero rematar. No se había alcanzado el primer cuarto de hora aún, y el Athletic se iba creciendo (mediado el primer acto la posesión era 33%-67% para los bilbaínos), se iba sintiendo a gusto en el césped, a pesar de que los rojiblancos madrileños cerraban todos los huecos con precisión milimétrica. Eso sí, había destellos de peligro de los bilbaínos. Pase de Herrera, al que no llega por poco el de Rincón de Soto. Pero en el otro conjunto existía un depredador del área, un ariete magnífico. Cada vez que Falcao cogía el balón, Bilbao, Bizkaia y todos los aficionados rojiblancos temblaban. Se animó en una jugada personal, por ejemplo, en la que tuvo que venir desde atrás Herrera para frenarle con una clara falta. Amarilla. Justa. Eso sí, Diego, en el Atlético, se ha hartado a hacer faltas en la primer mitad y no ha visto la cartulina.
El Athletic mejoraba con el paso del tiempo. Pero no se anotaba. El Atlético llegaba de vez en cuando. Pero tiene gol. Aunque el segundo fue un regalo de Amorebieta, que ya había fallado en el primer tanto y lo volvió a hacer en el tercero. El central de Cantaura se ha liado a recortar delante de un rival y ha perdido el esférico. Arda ha aprovechado el error, ha centrado y Falcao, con un gran movimiento dentro del área, ha logrado la segunda diana. Final cuesta arriba. Mucho. Aunque este escuadrón vizcaíno se ha mostrado capaz de todo. De ahí al final de la primera parte los vizcaínos buscaron su oportunidad, pero no llegó. El Atlético se encerraba muy bien en su área, y faltaba claridad de ideas en un centro del campo vizcaíno sobrepasado por el 'colchonero', con más oficio y experiencia. Se ha notado la bisoñez.
Había que cambiar tras el descanso. Como fuera. Bielsa metió a Ibai -héroe frente al Sporting de Portugal y contra el Schalke 04- e Iñigo Pérez por Aurtenetxe e Iturraspe. Y se debía marcar cuanto antes. Ya. Muniain, por la banda derecha, sacó un buen centro raso, que Godín despejó a córner. Primer aviso en el minuto inicial. El encuentro entra en un toma y daca sin ocasiones claras para ninguna de las dos escuadras.
Pero no había claridad, lucidez, fluidez. El Atlético, cuando cogía el esférico, se traducía en peligro. El Athletic se acercaba, pero sólo eso: se perdía en cuanto se acercaba al área con una magnífica defensa del cuadro de Simeone. Quedaba la opción del balón parado. Íñigo Pérez, a los quince minutos, apostó por una falta lejana, que despejó Courtais a córner. No salía nada. Toquero, al campo. A la desesperada. Había que remontar. Por esa afición que se ha ilusionado esta temporada como nunca, que soñaba con acabar con una sequía de dos décadas y media, por esos niños y jóvenes que han lucido durante todo el día con orgullo su camiseta del Athletic y recuperaban ese cántico eterno: “¡Ni Barça ni Madrid, Athletic!”. Por ellos, los profesionales bilbaínos no se rindieron. Llorente e Ibai encadenaron una doble ocasión a falta de 20 minutos. Poco después, la oportunidad llevó el sello del chaval de Santutxu, que en un arranque de rabia y garra les robó la cartera a tres defensas 'colchoneros', y dejó un balón que De Marcos lanzó muy alto.
Se agotaba el tiempo. El Atlético encerrado. Susaeta, desde fuera del área, se encontró con un rival que despejó su balón bien dirigido al córner. A continuación, una triple oportunidad. No era la noche del Athletic. Para nada. Ni Llorente, ni Toquero, y tampoco Susaeta lograron marcar a falta de diez minutos para el final. Se creó alguna ocasión más. Nada. Diego marcó el tercero. Y se acabó. Adiós al sueño europeo. Los jugadores, el cuerpo técnico, la hinchada... Por los suelos. Los 'colchoneros' han sido justos vencedores. Pero para el cuadro de Marcelo Bielsa aún queda la Copa. Se puede. Habrá que aguardar al día 27 de mayo para sacar la gabarra.
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