miércoles, 9 de mayo de 2012

Más locos que Bielsa

No hay nada que un aficionado del Athletic no haga por su club: se juegan el matrimonio, el empleo, se arruinan o montan una fiesta para 1.000 personas en una discoteca por el puro placer del festejo.

Aproximadamente 13.000 aficionados se han desplazado a Bucarest



Cuenta Ramiro Pinilla, que acaba de publicar Aquella edad inolvidable, una novela ficticia en la que el escritor vizcaino vuelca su corazón rojiblanco, que idolatrar a un equipo es un acto de fe y que en la fe caben todas las locuras. Todas esas locuras, podría haber añadido Pinilla, caben a su vez en estos días de Bucarest. En la ciudad vieja escribieron borrachos los poetas rumanos la historia trágica y cruda de un pueblo que ahora, en un lento despertar tras la revolución del 89, asiste entre perplejo y divertido a la manera delirante, una felicidad sin fondo ni cielo, en la que una afición vive un partido de fútbol. Tratan de buscar una razón a la sinrazón; desentramar una ecuación de compleja solución -un partido=tanta pasión- si no se examina desde la dimensión emocional y absolutamente inalcanzable para la lógica matemática. Tras mucho esfuerzo por comprender, acaban por sumarse al festejo con una sonrisa, dicen que quieren que gane el Athletic (un 66% de los rumanos lo desea, según una encuesta, porque les atrae su tradición) y se fotografían con bufandas rojiblancas sin distinguir, seguramente, si son del Atlético o del Athletic.




Así, sin acabar de entender nada, André, una reportera del canal Dici24 de Bucarest, asiste ojiplática a una trainera que se marcan en plena calle unos chicos de Amorebieta y acaba diciendo en un suspiro: "Crazy people (gente loca)". No sabe bien hasta qué punto.


No hay nada, o casi, que un aficionado del Athletic no esté dispuesto a hacer por su club. ¿Que con el empleo no se juega en estos tiempos? Depende. "He tenido que negociar a muerte con mi jefe. Avisé tarde de que iba a cogerme estos días y al principio me costó convencerle. Pero al final cedió. Él también es forofo y acabó comprendiéndome e, incluso, animándome", reconoce Dani, leioarra, que, de todas maneras, quita hierro a su gestión laboral para asistir a la final y señala a Egoitz, que está al otro lado de un par de pintas, como verdadero y temerario funambulista al cruzar por el estrecho cable de las relaciones sentimentales sin mirar si abajo había red. "Casi me cuesta el divorcio", dice resoplando, y uno trata de buscar en su mirada una señal que indique que está de broma. No lo parece.



Hay seguidores que han cancelado sus vacaciones de verano para viajar a Bucarest

Una ruina. "Lo jodido del asunto, sobre todo ahora, es el tema de la pasta", concreta Egoitz la raíz del enfrentamiento con la parienta. "Lo que yo he hecho durante un tiempo es ir guardando un dinero al mes para cuando llegase este momento". A eso se le llama fe y la tiene, y con ello la locura, Mikel, de Romo. "Yo", abunda Dani, "he hecho cuentas, que andamos justos, y me he quitado varias cosas para poder venir. Por ejemplo, cuando vuelva y durante una temporada cambiaré el bar por el Eroski si me apetece tomar una cerveza". Otros han pagado este y otros viajes por Europa con el dinero que se están ahorrando en tabaco después de dejar de fumar.


La magnitud del acontecimiento, la primera final europea en 35 años y el primer título continental de su historia al alcance, la hiperdimensiona el grupo de zornotzarras que rema gritando "Athletic", "Aúpa Korta" y otras cosas sobre el empedrado polvoriento de la vieja Bucarest. Uno de ellos sentencia: "Esto es más importante que tener un hijo, porque hijos puedes tener los que quieras y cuando quieras y esto solo ocurre una vez cada...". 35 años.



No hay un solo aficionado que no responda "cualquiera" cuando se le pregunta si por el Ahtletic haría cualquier cosa. "Me he arruinado, ¿qué más quieres que haga?", dice otro de los de Amorebieta. El Athletic le ha costado ya este año en torno a los 8.000 euros. Entre 1.000 y 1.200 por cada uno de los desplazamientos que ha tenido que hacer este año el equipo en su periplo europeo. Turquía, Alemania, Rusia, Francia, Inglaterra… Pero ya sabe cómo acabar con esa sangría. "Venderemos a Bielsa, a Llorente y a Muniain. Quizás también a Javi Martínez. Ya veremos. Así dejaremos de ganar. Es eso, o hacernos de la Real para vivir relajados sobre el puesto 14 o 15 de la Liga".



las promesas Oskar, el chico que sigue al equipo en pijama como si llevara 27 años soñando que el Athletic es campeón, ha prometido colgar la prenda si hoy, al fin, se cumple su sueño. Y Asier, de Bilbao, que se bañará con jabón en la primera fuente que encuentre si el Athletic gana hoy 5-0. Xabier dice que si eso ocurre, le frotará la espalda con cariño. De todas maneras, Asier y Xabier, como David, Nerea y Vanesa ya han hecho su locura particular. Tenían cogido para junio un viaje a la República Dominicana y, como las perras no llegan para todo, lo han anulado y se han gastado el dinero en la final de Bucarest. Al menos, estos días tienen sol y calor.



No solo se paga lo que sea por el Athletic. Hay quien le entrega, además, su tiempo, que es como darle el alma. A Jon Loizaga, uno de los ideólogos de la fiesta que ayer por la noche se celebró en una discoteca de Bucarest y reunió a más de mil aficionados rojiblancos, le ha costado un mundo montar ese tinglado. "¿Y por qué? Mira, en Manchester nos reunimos para comer 80 personas; en Lisboa, 100, y mañana -por hoy- seremos 200. Siempre estamos liándola, pero en esta ocasión tan especial pensamos en algo gordo, muy gordo". Lo era esa fiesta en la que Loizaga y sus compañeros se han dejado "tiempo y dinero, aunque alguno siga pensando que nos lucramos con esto. ¡Qué equivocados están! Hemos metido cientos de horas, he desatendido mi empresa… Menos mal que en casa están acostumbrados, pero este Ahtletic va a acabar con nosotros. Nos va a matar". De amor.



Solo por amor, amor hasta la locura, se puede hacer lo siguiente: viajar de Bilbao a Bucarest en autobús. El único que salió desde la capital vizcaina llegó ayer por la mañana y lo había fletado la Peña Deusto del Athletic. "Estamos más locos que Bielsa", proclama Andoni, uno de los que han cubierto un trayecto pensado para viajar y dormir por la noche y para aprovechar parte de dos días para visitar Verona y Belgrado. "La litera es cómoda, se duerme bien, pero es cierto que una noche en una cama de hotel nos vendrá bien para recuperar". El regreso será idéntico, solo que en esta ocasión se detendrán en Liubliana y Mónaco, "para pasear la copa por toda Europa". La Peña Deusto es la única que viaja siempre en autobús. "Este año ya hemos ido a Manchester, Alemania, Lisboa y, ahora, Bucarest". Por eso, se rumorea que el Athletic les va a hacer un hueco en la gabarra si se consigue alguno de los dos títulos por los que lucha estos días. En realidad, se lo merecen. Por locos.
La locura, de todas maneras, no es patrimonio exclusivo de la afición del Athletic. Es, más o menos, universal. Desde Argentina han volado un par de tipos solo para ver el partido. Son de Bielsa. Con él almorzaron ayer y después de la final de Bucarest se quedarán una temporada en Europa para estar también en el Vicente Calderón el próximo día 25. Pero esa locura es otra historia.



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