El de Laguardia comenta que "es muy difícil ver a un compañero que quieres hundido, llorando, mal, tirado en el vestuario. Cuando lo ves, te une más. Ha habido muchos compañeros dolidos en esta final y eso nos ha unido más. Antes de la final nos costó dormir; y después del partido, muchos jugadores estuvimos reunidos en una habitación. Casi no dormimos".
Las finales no se ganan antes de saltar al césped. Pero hay cosas inevitables. "Una semana antes estás jugando esa final todo el día en la cabeza. Si a un aficionado le cuesta dormir por los nervios, imagínate a un jugador que representa a toda esa gente y que lo quiere celebrar", expresa el atacante rojiblanco, antes de recordar que el subconsciente es incontrolable. "Nunca hay que pensar en las celebraciones: pero ¡qué jugador no se ha visto encima de la Gabarra antes de jugar una final! Esa imagen la quieres quitar, pero yo me he visto mil veces encima de la gabarra porque es un sueño. Es algo que voy a soñar siempre".
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